El alma de un lingüista es…
como una rosa que necesita ser cultivada, mimada y regada;
una rosa necesita el cuidado constante de un conocimiento nunca por terminar,
un conocimiento que se nutre de lecturas, conversaciones, películas, libros, artículos, diccionarios,
este conocimiento se practica todos los días y se necesita cada día.
El alma de un lingüista es…
como una rosa que necesita el amor constante a lo que conoce y desconoce,
ese amor es innegable e imprescindible,
el amor mueve al lingüista, y la pasión lo conquista,
y nunca se termina, por mucho que uno quiera o no quiera, ahí estará,
sin ese amor uno se vuelve triste y se marchita, a sabiendas que una planta sin amor muere.
El alma de un lingüista es…
como una rosa que necesita ser regada a diario,
una planta sin agua muere lentamente, sin embargo, el verdadero lingüista no la dejaría morir,
es tal el afán por saber y mimar el conocimiento, que el lingüista regará su conocimiento con agua nueva cada día,
una lectura nueva, unas palabras nuevas, unas expresiones aún por conocer y, las antiguas que no deben perderse.
El alma del lingüista es como una ventana a varios mundos por descubrir y por consolidar.
Nunca se perderá, a pesar, a pesar de todo y nada.
Así es el alma de un lingüista.
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